El águila calva, símbolo nacional de Estados Unidos, ha experimentado un notable resurgimiento desde la restricción de pesticidas en 1972, según National Geographic. Este ave, conocida por su cabeza y cola blancas, estuvo al borde de la extinción debido a la caza y la protección de zonas pesqueras, pero los esfuerzos de conservación han revertido su declive.
Habita cerca de grandes masas de agua en Norteamérica, incluyendo Canadá, México y Estados Unidos, anidando en árboles altos próximos a océanos, ríos o lagos, donde se alimenta principalmente de peces. Su población se recuperó lo suficiente para ser retirada de la Lista de Especies Amenazadas en 2007, aunque sigue protegida por leyes como la del Tratado de Aves Migratorias.
A pesar de su nombre, “calva” no implica falta de plumas, sino que deriva de “piebald”, una antigua palabra inglesa que describe su cabeza blanca. Su imponente vuelo, alcanzando velocidades superiores a 64 km/h, es un espectáculo que destaca su majestuosidad.
Los esfuerzos de conservación de las últimas décadas han permitido que el águila calva, antes amenazada, vuelva a surcar los cielos de Norteamérica, consolidándose como un emblema de éxito en la protección de especies.