La crisis de creencias en la fe católica y el aumento del agnosticismo son fenómenos complejos que reflejan transformaciones sociales, culturales e históricas en las últimas décadas. Este comentario aborda las principales razones detrás de esta tendencia, basándose en datos y observaciones globales, con un enfoque crítico sobre los factores que han debilitado la adhesión al catolicismo y fomentado el agnosticismo.
Uno de los factores clave es la secularización, un proceso impulsado por la modernización, la educación y el avance científico. En países como España, el porcentaje de personas que se identifican como católicas ha caído drásticamente, pasando del 90,5% en 1978 al 55,4% en 2021, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Esta disminución es especialmente pronunciada entre los jóvenes de 18 a 24 años, donde solo el 36,3% se declara católico, frente al 78,1% en 1990. La racionalidad científica, promovida por una mayor escolarización y el acceso a información, ha llevado a muchos a cuestionar dogmas religiosos, favoreciendo posturas agnósticas que evitan afirmaciones definitivas sobre la existencia de Dios.
Los escándalos de la Iglesia Católica, particularmente los casos de abuso sexual por parte del clero, han erosionado la confianza en la institución. En México, por ejemplo, la percepción de hipocresía y la falta de cercanía de los sacerdotes han contribuido a que los ateos y agnósticos aumentaran un 96% en una década, según datos del INEGI. Esta desconfianza institucional lleva a muchos a desvincular su fe personal de la Iglesia, optando por una espiritualidad individual o el agnosticismo, que no requiere compromiso con una institución.
El cambio generacional también juega un papel crucial. Los jóvenes, inmersos en un mundo digital dominado por redes sociales y entretenimiento, encuentran menos relevancia en los ritos católicos, que a menudo perciben como anticuados. En Colombia, los creyentes no afiliados, muchos de ellos jóvenes, prefieren prácticas como la meditación o el yoga, según estudios de Beltrán y Larotta. Este giro hacia una espiritualidad personal refleja un rechazo al dogmatismo y una búsqueda de sentido más flexible, característica del agnosticismo.
Además, el relativismo cultural y el pluralismo religioso han debilitado la hegemonía católica. En un mundo globalizado, las personas están expuestas a múltiples creencias y filosofías, lo que fomenta el cuestionamiento de verdades absolutas. El agnosticismo, con su postura de incertidumbre, se alinea con esta mentalidad, ya que no exige adhesión a un sistema de creencias rígido.
Por otro lado, la crisis interna de la Iglesia, como el envejecimiento del clero y la falta de vocaciones, agrava la desconexión. En España, el número de sacerdotes disminuyó de 18.576 en 2017 a 17.754 en 2019, mientras las parroquias crecieron, dejando a muchas comunidades sin guía espiritual. Esta falta de presencia activa reduce la influencia de la Iglesia en la vida cotidiana.
Sin embargo, no todo es pesimismo. La Iglesia sigue siendo una comunidad global con más de 1.400 millones de fieles, y existen esfuerzos por adaptarse, como el diálogo interreligioso y una mayor apertura a temas sociales. Para algunos, la crisis es una oportunidad de purificación, como sugieren autores en Catholic.net, que abogan por una reforma que recupere la esencia de la fe.
En conclusión, el aumento del agnosticismo y la crisis del catolicismo son el resultado de una combinación de secularización, escándalos, cambios generacionales y pluralismo. Mientras la sociedad evoluciona hacia una mayor individualización de la espiritualidad, el agnosticismo ofrece una postura cómoda para quienes buscan sentido sin comprometerse con dogmas. La Iglesia enfrenta el desafío de renovarse para reconectar con una generación que valora la autenticidad y la flexibilidad en su búsqueda espiritual.