Sam Altman, director de OpenAI, afirmó en un ensayo publicado el 30 de junio de 2025 que la inteligencia artificial (IA) ha iniciado un camino irreversible hacia la superinteligencia, con herramientas como ChatGPT superando capacidades humanas. Este avance, según Altman, impactará profundamente el empleo y la economía, con millones de personas dependiendo ya de la IA para tareas complejas.
El mercado laboral enfrentará la desaparición de profesiones enteras, pero Altman no lo ve como una catástrofe. Comparó la situación con los faroleros, cuya labor quedó obsoleta con la electricidad, sugiriendo que las generaciones futuras podrían considerar innecesarios los empleos actuales, mientras la IA impulsa una prosperidad inimaginable, similar a cómo un agricultor del pasado vería la abundancia moderna.
La aceleración tecnológica es otro eje del ensayo. Profesionales como científicos triplican su productividad con asistentes de IA, y Altman anticipa una economía automatizada con robots que construyen robots y centros de datos autorreplicantes, marcando un punto de inflexión en la innovación y el conocimiento.
Altman identificó dos riesgos clave: el problema de alineación, para asegurar que la IA actúe en interés humano, y la concentración de poder, proponiendo que la superinteligencia sea accesible y no monopolizada por pocas entidades. Pidió mecanismos para distribuir equitativamente los beneficios y minimizar abusos.
El ensayo subraya la necesidad de gestionar el impacto de la IA para evitar desigualdades y garantizar que la superinteligencia beneficie a la humanidad, mientras el mundo se adapta a una transformación económica y laboral sin precedentes impulsada por esta tecnología.