El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el 25 de mayo de 2025 el aplazamiento hasta el 9 de julio de los aranceles del 50% a productos de la Unión Europea, tras una conversación telefónica con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. La medida, inicialmente programada para entrar en vigor el 1 de junio, responde a un intento por evitar una escalada en la guerra comercial que ha generado incertidumbre en los mercados globales. Trump destacó que Von der Leyen solicitó una prórroga para entablar “negociaciones serias”, según declaraciones a la prensa antes de abordar el Air Force One en Nueva Jersey.
La política arancelaria de Trump, que incluye un gravamen universal del 10% y tasas específicas de hasta 145% para China, ha provocado volatilidad en bolsas mundiales, con caídas significativas en Wall Street y Asia. Analistas como Jochen Stanzl de CMC Markets señalan que este aplazamiento sigue un patrón de Trump: amenazas arancelarias seguidas de pausas estratégicas para negociar, lo que impulsa repuntes temporales en los mercados. La UE, por su parte, ha pausado sus contramedidas, valoradas en 21,000 millones de euros, hasta el 14 de julio, buscando un acuerdo que evite daños a ambos lados del Atlántico.
La decisión llega en un contexto de tensiones comerciales globales, con la UE defendiendo que los aranceles son “injustificados” y perjudican a empresas y consumidores. El comisario de Comercio, Maros Sefcovic, lidera las negociaciones con Washington, mientras países como Alemania y España preparan medidas para mitigar el impacto en sectores clave como automóviles, agricultura y tecnología. La tregua de 45 días ofrece una ventana para diálogo, pero expertos advierten que, sin acuerdos concretos, la reimposición de aranceles podría agravar la desaceleración económica global, con proyecciones de la ONU estimando un crecimiento mundial de solo 2.3% en 2025.