Una familia en Kansas, Estados Unidos, vivió durante cinco años y medio en una casa del siglo XIX infestada por 2,055 arañas reclusas pardas, una especie venenosa conocida por su marca en forma de violín y patas marrón claro. Estas arañas, que miden entre 2.5 y 3.5 cm, prefieren lugares oscuros y cubiertos, lo que las hacía comunes en esta vivienda.
Según MedlinePlus, el veneno de estas arañas puede causar síntomas graves como fiebre, náuseas, picazón, escalofríos y llagas en la piel. A pesar de la presencia masiva de estos arácnidos, la familia no reportó problemas de salud, aunque no se percataron del peligro hasta el verano de 2001, cuando científicos confirmaron la especie tras un estudio.
El equipo recolectó 2,055 arañas en seis meses, usando trampas adhesivas para capturar 842 y muestreo manual para 1,213. Del total, 51% eran pequeñas, 21.6% medianas y 27.4% grandes. La mayoría de las arañas medianas y grandes, con un tamaño corporal de al menos 5 mm, eran venenosas, lo que aumentaba el riesgo en la casa.
La disminución de arañas grandes y medianas durante el estudio se atribuye a su captura, ya que son más fáciles de detectar, y a su ciclo demográfico natural. Aunque se intentó capturarlas sin dañarlas, muchas fueron sacrificadas para evitar escapes, y todas fueron registradas como muertas al final del proceso.
A pesar de la infestación, los ocupantes de la casa no sufrieron mordeduras ni efectos graves, lo que resalta la cautela con la que convivieron con estas arañas venenosas durante años, según el informe de IFL Science.