El A-10 Thunderbolt II, apodado “Warthog”, ha sido un pilar de la Fuerza Aérea de EE. UU. desde los años setenta, conocido por su resistencia y capacidad para sobrevivir ataques, como un caso en Irak donde un A-10 regresó tras recibir más de 100 impactos, según WioNews. Su diseño, con cabina de titanio y tanques de combustible protegidos, lo hizo ideal para destruir tanques y apoyar tropas.
Sin embargo, la Fuerza Aérea considera que los conflictos modernos requieren aviones más versátiles y avanzados. El alto costo de mantenimiento y nuevas amenazas han llevado a catalogar al A-10 como menos relevante frente a modelos como el F-35, su reemplazo anunciado.
En 2024, comenzaron a retirar unidades al cementerio de aviones en Arizona, con planes de desmantelar la flota completa antes de 2030. Este proceso ha generado debate, ya que pilotos y expertos destacan la capacidad única del A-10 para proteger tropas en combate.
El Warthog, con su cañón GAU-8 Avenger, ha sido letal y casi indestructible, dejando un legado de historias de resistencia, como el incidente de los 100 impactos. Su retiro marca el fin de una era para un avión que dominó los cielos durante décadas.
La transición al F-35 refleja la apuesta por tecnología moderna, pero el A-10 permanecerá en la memoria militar como un símbolo de robustez y apoyo táctico. Su salida plantea preguntas sobre cómo se cubrirá su rol en futuros conflictos.
